El arco recuperado es una obra renacentista que hemos fechado, por sus carácterísticas técnicas y estilísticas, en torno a 1550 y que perteneció a una edificación anterior. De la construcción para la que se labró no conocemos nada. Al no requerirse una investigación arqueológica específica, tampoco se ha podido ducumentar su posible relación con otras partes construídas emergentes o subyacientes, por lo que, en el contexto historiográfico actual, desconocemos las circunstancias que condicionaron su construcción.
Podemos definir la obra como una portada de doble arco de medio punto en derrame interno. El arco superior se desarrolla sobre sendas pilastras adosadas. Las jambas se asientan sobre un plinto corrido y se decoran en su totalidad con motivos propios del grutesco, con balaustres y candelieri, decoración que se prolongaba sobre los arcos, conservándose amorcillos, tondos o medallones con perfiles clásicos y clave con rosetón en el intradós del arco preservado. El conjunto es una obra menor, claramente inspirada en otras de mejor factura del denominado Primer Renacimiento o plateresco, con importantes referentes en la principales poblaciones vecinas y baste recordar las Casas Capitulares de Sevilla y Jerez de la Frontera, la iglesia de Santa María Coronada en Medina Sidonia y numerosos ejemplos en la arquitectura de Arcos de la Frontera y Sanlucar de Barrameda entre otros. Pero en Cádiz, éste es un caso excepcional al no haberse conservado arquitectura civil de estilo plateresco, una carencia que tradicionalmente se atribuye a la magnitud de la destrucción ocasionada por las huestes del conde de Essex en 1596.
Para el inmueble ahora rehabilitado, la portada se aprovechaba por su solidez, en parte como muro y parcialmente su luz. En su restauración se adviritió su paulatina adapatación a las circunstancias edificatorias de la finca, si bien ha mantenido siempre la función de hueco de paso incluso cuando su exstencia era completamente desconocida. Estas adaptaciones supusieron primero la mutilación parcial de la obra original y finalmente su ocultación.
Los materiales constitutivos son sillares labrados de piedra calcarenita, unidos por argamasa de cal. Mineralógicamente, el tipo de roca empleado se corresponde con el extraído de la Sierra de San Cristóbal, entre los términos de Jerez de la Frontera y el Puerto de Santa María, una formación del plioceno superior constituida por calcarenitas, que son areniscas fosilífera de grano medio-grueso con cemento calcáreo que presentan distintos tipos de cohesión. Estas diferencias de cohesión determinaron en gran medida las actuaciones realizadas.